“Ahora, ¡cuidado con Birnik!
Está a punto de dormirse,
indiferente a todo, sin saber que,
gracias a ti, algún día alguien escribirá su nombre”
CZESŁAW MIŁOSZ
En el año de 1911 nace en la ciudad de Šeteniai, Lituania, Czesław Miłosz; abogado, poeta, narrador, traductor y disidente del régimen socialista de la República Popular de Polonia; Miłosz tuvo una vida ligada a diversas tierras y aficiones, desde sus estudios en Vilna y París, hasta su labor diplomática en Estados Unidos. En 1951 se instala en París, declarando su ruptura con el gobierno de Varsovia, y comienza su vida como uno de los creadores literarios más destacados de la segunda mitad del siglo XX. En 1980 es galardonado con el Premio Nobel de Literatura que otorga la Academia de Ciencias y Artes de Estocolmo. Muere en Cracovia en 2004, lugar donde residió después de la caída del socialismo.
Entre sus obras más importantes encontramos Tres inviernos, El poder cambia de manos, El rostro del tiempo, El valle del Issa y Orfeo y Eurídice. Actualmente es posible encontrar en español varias de sus obras, sin embargo el trabajo de traducción no ha sido tan fácil y debemos esperar todavía a que gran parte de sus obras lleguen en lengua castiza. Miłosz es un autor de controversias, con un fuerte sentido poético, esencialmente descriptivo, pictórico y popular; ha sido considerado tanto escritor nacional de Lituania como de Polonia: disputa que continúa fuertemente en ambos países: Nació y creció en el valle del río Nevėžis, en el seno de una familia que cuidaba la tradición y lengua polacas, dominantes en los territorios lituanos. Czesław Miłosz siempre se sintió ligado en su obra literaria a su región geográfica, que no debe confundirse con su nacionalidad siempre cambiante, me refiero al Gran Ducado de Lituania. «¿Qué es la poesía —se preguntó Milosz en una ocasión— si no puede salvar a una Nación o una persona?" La naturaleza exorbitante de esta pregunta es connatural a un superviviente de tiempos oscuros, alguien a quien los sucesos del Holocausto pasaron rozando, y muchos de cuyos contemporáneos murieron en los tiroteos callejeros del Levantamiento de Varsovia.» Esto va más allá de ser un simple detalle, adquiere importancia cuando leemos sus poemas o cuentos, pero en especial al hablar de su novela El valle del Issa, la cual es una ficción basada en sus vivencias infantiles, en sus recuerdos rurales que se remontan más allá de su tiempo, a una época primigenia universal, no sólo personal, como apreciamos en el siguiente pasaje: «Se avergüenzan de pertenecer a un país pequeño. Sólo les importan ahora la cultura, las grandes ciudades. Pero Narbut sí que se sentía de allí. Aunque, en aquellos tiempo, las nacionalidades eran otra cosa» .
Esta región indefinida a la que se refiere Miłosz en su novela no es simplemente Nevėžis con otro nombre, el río Issa, a pesar del estrecho parecido que guarda con éste, es una configuración libre y mítica, que le permite al autor jugar y redefinir al pueblo para que así vaya más de acuerdo con la mirada que guarda de su propia infancia y no tanto con la mirada real de ese lugar. En este sentido, la verosimilitud del valle del Issa es mayor, cobra fuerza al no ser real; pues, aunque está basado en una región existente, la ambigüedad que otorga la ficción libera al verdadero yo poético.
Seamus Heaney ha estudiado la poética de Miłosz, sus temas y formas tanto en poesía como en narrativa. Hace una de las comparaciones más arriesgadas, pero considero que acertadas, en el siguiente párrafo:
Hay algo de Virgilio en esta combinación de suspicacia idealista y comprensión melancólica. De hecho, hay algo de Virgilio en el arco total del destino de Milosz, lo mismo como hombre que como poeta. Al igual que el autor latino, Milosz es un niño del campo, que inicia su andadura a ras de suelo, con el grano que madura y los animales que pastan, y la concluye en el equivalente en nuestro siglo de la corte imperial. Ambos poetas han dejado una obra juvenil que es confiadamente "lírica" y que "canta la gloria de las cosas por lo que son", mientras que, en su madurez, y en obras más extensas y elaboradas, han procedido a expresar de manera vibrante y caudalosa su percepción de las lacrimae rerum. El tema central de estas obras son "las armas y el ser humano", y el tono de su poesía se hace por momentos más doliente.
La historia que se cuenta es la del niño Tomasz , pero él parece, más que protagonista, un receptor de acciones. El narrador pareciera contarnos como es que Tomasz ve el mundo, como va experimentando cada una de sus etapas. Tanto al principio como al final aparece él y el paisaje, que es un reflejo de su sentir, conjugados en una especie de fusión poética. El paisaje existe en la historia porque Tomasz existe y deja de ser al momento de su salida. Si bien al principio podría creerse que es ambigua esta relación, notamos como el paisaje es la mirada interna del narrador y este pasa a ser el alter ego de Tomasz, además de que es mencionado desde el principio:
Debemos empezar por la descripción de la Región de los Lagos en la que vivía Tomás. Estas regiones de Europa estuvieron mucho tiempo cubiertas de glaciares, y en su paisaje se advierte la crudeza del Norte. La tierra, generalmente de arena y piedras es apta tan sólo para el cultivo de patatas, centeno, avena y lino. Esto explica que el hombre haya respetado los bosques que moderan en cierta medida el clima y protegen de los vientos del mar Báltico .
El lugar privilegiado que el autor le da a la descripción del paisaje radica desde la elección del título de la obra. A lo largo de toda su obra, tanto narrativa como poética, Miłosz tiende a reverenciar a la naturaleza con una cercana añoranza. En su poema “El paisaje”, se le da una calidad de entidad merecedora de divinidad, al igual que en el capitulo dos toda la descripción de la naturaleza genera una atmósfera brumosa, antigua, producto de toda una mitología circundante.
El paisaje no necesitaba nada excepto glorificación.
Excepto mensajeros reales que trajeran sus dones:
Un nombre con un atributo y un verbo inflexivo.
Si solamente preciosos robles copiosamente brillaran
Cuando nuestros bravos estudiantes, en un camino sobre el valle,
Pasean y cantan “La Oda a la Alegría”.
Si al menos un solitario pastor grabara cartas en una corteza.
El paisaje no necesitaba nada excepto glorificación.
En la primera estrofa se aprecia una escena bastante parecida a los momentos serenos que suceden en El valle del Issa, y no solamente eso, sino que existen elementos idénticos, producto de concepción global de escenario que presenta Miłosz. Conceptos como la gloria, los dones, lo místico e imaginario popular son una constante que crea sus atmósferas. En la novela del pequeño Tomasz, como lo dije arriba, también refleja su interior, pero a su vez todas las creencias de Ginie, el pueblo donde vive, que son las suyas: «Los que lo han visto dicen que el demonio es más bien pequeño, del tamaño de un niño de nueve años, que lleva un frac verde, chorrea, el pelo recogido en forma de cadogán, medias blancas y que, con la ayuda de unos zapatos de tacón alto, procura ocultar las pezuñas, de las que se avergüenza». La personalidad de los personajes como tales, todo lo que el lector puede esperar de ellos también tiene una explicación en lo más profundo del mito popular del Issa, pues a lo largo de la novela no es la ignorancia que se le puede atribuir a la ejecución de ciertas acciones, sino, los poderes de la naturaleza que funcionan dentro y fuera de su tradición:
¿Acaso los demonios han escogido al Issa por sus aguas? Se dice que éstas poseen unas propiedades que influyen en el carácter de las personas que nacen junto a sus orillas. Suelen ser excéntricos, intranquilos, y sus ojos azules, su pelo claro y su complexión más bien pesada dan una falsa idea de buena salud nórdica.
El valle también es su gente, sus costumbres y tradiciones. Sabemos pues que la familia Surkont es una de las más antiguas y renombradas de todo el valle, asimismo una de las de ascendencia lituana más pura, sin embargo, conservadora de las creencias polacas. Toda la tierra se encuentra en esta dualidad de extraños y locales, de tierra conquistada y liberada, pero con un fuerte sentido de la conservación de las creencias a modo de sincretismo. La presencia del padre Monkiewicz, de apellido puramente polaco, es uno de estos factores de invasión; asimismo la abuela de Tomasz tiene un carácter bien definido dentro de todas las ambivalencias de su carácter: por un lado netamente polaca y católica, por otro, creyente de los mitos locales y sentimientos de pertenencia a la tierra. Por otro lado encontramos a la abuela Mohl, letona, de convicciones mucho más firmes y, como era de esperarse, de la ciudad. Oriunda de Riga, ella es otro invasor y crítico de las costumbres del valle, eminentemente salvajes.
La contraposición entre las dos mujeres es tan significativa como la concepción que tenía Miłosz de las diferencias entre las zonas urbanas y las rurales, de las cuales tiene preferencia por las segundas. En una de sus analépsis inconclusas, el narrador cuenta de la añoranza que Tomasz siente por su tierra en Nueva York y de cómo nunca pudo regresar a Lituania. El autor, tiene un poema parecido, que corresponde con el sentimiento del protagonista:
Nunca de ti, ciudad, he podido irme.
Larga fue la milla, pero algo me retrocedía como a una
pieza en el ajedrez.
Huía yo por la tierra que rodaba cada vez más rápida
Y siempre estuve ahí: con los libros en mi morral de lona,
Clavando los ojos en las pardas colinas detrás de las torres
de Santiago
Donde se mueven un pequeño caballo y un hombre pequeño
detrás del arado,
Ciertísimamente desde hace mucho ya muertos.
Sí, es verdad, nadie comprendió la sociedad ni la ciudad,
Los cines Lux y Helios, los letreros de Halpern y Segal,
El paseo en la calle de San Jorge, llamada de Mickiewicz.
No, no los comprendió nadie. Nadie lo ha logrado.
Pero cuando la vida transcurre en una sola esperanza:
De algún día ya sólo quedan claridad y distinción,
Entonces, muy a menudo, da pena.
Regresando un poco sobre mis pasos. Las figuras femeninas en el universo de Czesław Miłosz están cargadas de un aura especial, se encuentran rodeadas de una luz carmín y hojas marchitas; las describe durante todo el año, pero adquieren especial belleza durante los atardeceres, en el último otoño de la narración. Barbarka, la sirvienta y amante de señor Romuald, es hermosa todo el tiempo, sin embargo es magistral cuando se desnuda lentamente para azotar a su amo antes del anochecer. Antonia, la muchacha que ayuda den casa de los Surkont, nunca es precisamente descrita como bonita ni como un ser con carga sexual, sin embargo está esa escena en que Tomasz la espía haciendo sus necesidades, justo al comienzo de la primavera y antes que la luz del sol esté plena en el cielo. Esto sucede justo cuando él entra en la adolescencia, abriendo como flor la curiosidad.
En varios de sus escritos, el autor el otorga a la figura femenina una carga misteriosa, mítica y temible. En su novela El poder cambia de manos, cuya construcción paisajística también es interesante, la mujer está asociada en este medio de violencia y desesperación, siempre con lo que el hombre ve en ella; se trata de una realidad de guerra, en la que ellas son tan extrañas que el hombre ya perdió conciencia de su naturalidad: «Las mujeres se habían convertido en unas furias. Todos aquellos muchachos veían en ese furor la cólera de sus madres, la obediencia que debían a éstas, una bofetada de ellas, la sumisión, en fin, a la voluntad de la madre» .
Finalmente, y para no extenderme más de lo necesario, los acontecimientos de El valle del Issa tienen una profunda relación con las estaciones de año, los procesos naturales de fertilización de la tierra, etc. El invierno, por ejemplo, es símbolo universal de la muerte pero también de la renovación: recordemos que fue pos esas fechas que Tomasz sufre el atentado de la granada en su cuarto; la primavera y el otoño están, como ya había mencionado, ligado a las mujeres, a la maternidad y la sensualidad. El verano es el momento de los descubrimientos, cuando Tomasz lee, investiga, crece y se vuelve hombre, siempre ocurre en verano; la cacería, que viene practicando desde hace tiempo con el señor Romuald, se tiene su máximo punto de éxtasis y formación poco antes de que regrese su madre, verano.
Es durante la primavera de su último año en Ginie que viene el preludio de la despedida, como he dicho, esta novela es la reinvención de una niñez, cuando en él se comienza a despertar el deseo sexual también se vislumbra la visita de su madre, un ente liberador que lo llevará a las ciudades polacas, a la civilización. También es durante esa primavera que comienza a comprender los conceptos de la honra masculina, la defensa de su honor como cazador, esta obsesión durará hasta el verano, cuando pueda concretarla.
Finalmente llegó la primavera, distinta a todas las demás primaveras de la vida de Tomás. No solamente porque aquél año las nieves se fundieron con inusitada prontitud, y el sol calentó con excepcional fuerza, sino porque, por primera vez, no esperó pasivamente a que las hojas se abriera, a que aparecieran en el césped las amarillas llavecillas de San Pedro […]
»[…]En sus movimientos, excesivamente precisos, se expresaba su voluntad [habla de los pájaros]; en sus mandíbulas fuertemente apretadas podía leerse: «Quiero ser lo que me he propuesto ser».
Resulta obvio que quien se reafirma a sí mismo es Tomasz.
Para cerrar, el autor hace por primera vez una descripción de paisaje ajeno al valle. En ese andar de él, su madre y los dos caballos, el joven Tomasz ya ha terminado de conocerse a sí mismo, está listo para descubrir el mundo, tomar el látigo y galopar. Toda la narración resulta el preludio de la verdadera aventura, como si ahora que el lector conoce infancia pudiera descifrar todo un porvenir, está narrada a priori con una focalización externa , sin embargo íntima, y a posteriori.
Para poder comprender la obra de este autor, es necesario comprender toda una idea de mundo, una mirada tanto inocente como melancólica y esencialmente mitificante guía al lector a través de lugares indómitos, irreales pero verosímiles, enclavados en lo más profundo de la tradición popular. Sus paisajes están llenos de símbolos, guías de lectura y poesía; representan el interior de los personajes, incluso lo exterior o circunstancial.
Se necesita más que este par de páginas para comprender la totalidad de su propuesta, todavía los diferentes Czesław están dispersos entre la guerra, la familia, el sexo y la melancolía; aun así, cualquier acercamiento es bueno para llegar al interior de un universo.
BIBLIOGRAFÍA:
Czesław Miłosz. El valle del Issa. Barcelona: Tusquets Editores (Fábula), 1999.
El poder cambia de manos. Barcelona: Orbis, 1955
Poemas consultados el 2 de diciembre de 2009 en la dirección:
www. poemasde.com
Seamus Heaney. “Czeslaw Milosz” en Letras Libres, México, septiembre 2002. Consultado en http://www.letraslibres.com/index.php?art=7778 el 30 de noviembre de 2009.
LECTURA COMPLEMENTARIA:
Luz Aurora Pimentel. El relato en perspectiva. Estudio de teoría narrativa. México: Siglo XXI/UNAM. 1998.