miércoles, 17 de marzo de 2010

"Balada" de Szymborska


No sé bien como está la cosa pues mi polaco es verdaderamente lamentable, pero según yo hace falta en la versión polaca una estrofa (Compuesta con buena voluntad/escrita en el papel). Lo que es indiscutible es que esta mujer es una genio y vale la pena disfrutarla en cualquier lengua. Les dejo aquí al poema que me iluminó el día de hoy.
Balada
Ésta es la balada de una muerta
que de repente se alzó de la silla.

Compuesta con buena voluntad,
escrita en el papel.

Con las ventanas descubiertas
todo ocurrió a la luz de una lámpara.

Todo el que quiso pudo verlo.

Cuando cerró la puerta
y el asesino huyó por la escalera.
ella se levantó como los vivos
que el repentino silencio despierta.

Se levantó, mueve la cabeza,
y con unos ojos duros como un anillo
mira por los rincones.

No se eleva en el aire,
anda por el simple suelo
por las crujientes tablas.

Todas las huellas del asesino
las quema en un fuego. Hasta los restos
de la fotografía, hasta los residuos
de los cordones en el fondo del cajón.

No está asfixiada.
No está tiroteada.
Ha sufrido una muerte invisible.

Puede dar signos de vida,
llora por distintos y pequeños motivos,
grita incluso de pánico
al ver un ratón.
Tantas
son las debilidades y ridiculeces
fáciles de imitar.

Se ha levantado como se levanta uno.

Anda, como se anda.

Incluso canta peinándose el cabello,
que crece.
Ballada
To ballada o zabitej,
Która nagle z krzesła wstała.

Ułożona w dobrej wierze,
W świetle lampy rzecz się miała.

Każdy, kto chciał, widzieć mógł.

Kiedy się zamknęły drzwi
I zabójca zbiegł ze schodów,
Ona wstała tak jak żywi
Nagłą ciszą obudzeni.

Ona wstała, rusza głową
I twardymi jak z pierścionka
Oczami patrzy po kątach.

Nie unosi się w powietrzu,
Ale po zwykłej podłodze,
Po skrzypiących deskach stąpa.

Wszystkie po zabójcach ślady
Pali w piecu. Aż do szczętu
Fotografii do imetu
Sznurowadła z dna szuflady.

Ona nie jest uduszona.
Ona nie jest zastrzelona.
Niewidoczna śmierć poniosła.

Może dawać znaki życia,
Płakać z różnych drobnych przyczyn,
Nawet krzyczeć z przerażenia
Na widok myszy.
Tak wiele
Jest słabości i śmieszności
Nietrudnych do podrobienia.

Ona wstała, jak się wstaje.

Ona chodzi, jak się chodzi.
Nawet śpiewa czesząc włosy,
Które rosną.

martes, 9 de marzo de 2010

Diario de Viaje 1. Europa 2006



Paguí, Fgans!
Hoy me desperté temprano, me bañé, le sonreí a la vida y me dije: ¡Qué bonito día, vamos a revisar papeles viejos! Como es bien sabido, el ser humano fascina de esa extraña tendencia para malgastar el tiempo, flojear en el trabajo, flojear en la escuela, flojear mientras flojea, etc. Curiosamente, y sí, incluyo a todo el género humano, esto le pasa a cualquiera, a mí que no me cuenten. Como decía, curiosamente los domingos una extraña batería marca Conejo se nos incrusta en la espina dorsal y nos ponemos a adelantar trabajo, tarea, proyectos, etc.
Pues bien, yo hoy me levanté con la pila bien puesta y sabiendo perfectamente que tengo que trabajar en cosas de la escuela, hacer reseñas, leer y más leer, me decidí, cómo no, a checar papeles viejos. Estoy consciente de que no es presumible mi actitud ante la vida, pero qué le voy a hacer. En fin, de los papeles viejos que tengo en el cajón de mi buró salieron varias chuladas que guardo desde el Pleistoceno: comprobantes del cajero automático (pero ninguna ficha de depósito), cartitas de amigos de la secundaria con el típico “nunca cambies, vales mil”, dibujos que alguna vez hice, dos paletas de manita que te dice tu futuro (se ven buenas, pero prefiero morir por otras razones) y varias libretas.
Entre las libretas, o cuadernos, abundaban las escolares, llenas de dibujos y escasas en apuntes; pero también encontré las de dibujo y creación literaria incipiente. Mis dibujos, sin presumir, son bastante decentes; mis fabulosas “creaciones” son para llorar. Finalmente encontré mi diario de viaje a Europa, que según yo estaría llena de lindos recuerdos y comentarios literarios al elevado estilo de Sergio Pitol, pero lo que encontré era ilegible, parecía escrito por Pablo Mármol, lacrimoso en resumen.
Para no extenderme más de lo necesario, que ya tengo tres párrafos con información no muy “luminosa” que digamos, anexo a continuación mi trabajo de “autopaleografía”, editado y aumentado, del capítulo correspondiente al viaje a Paris. A la una, a las dos y a las tres, comenzamos:

29 de diciembre de 2005
1. Despedida, nervios y tomar el vuelo a México D.F.
(borrrrrrring, ni debería de transcribirlo, pero es todo o nada)
Hoy salgo a Europa a estudiar alemán, hoy tomo mi vuelo con rumbo a París, donde pasaré año nuevo en la más cómoda de las soledades antes de ir a Colonia. Espero que todo salga como lo planeé, sin contratiempos. Durante la mañana y la tarde me la pasé totalmente estresado, lleno de expectativas, pero gracias a Dios sin nervios.
A casa fueron algunos de mis mejores amigos: Jesús y Santos, los amigos más viejos que tengo, y César y Christi, una pareja que conocí hace poco a quienes les agradezco estar conmigo ahora. También fue mi séquito obligatorio de mujeres guapas y sexys: Mi Tía Rocío, mi prima Rocío (alias La Tuti) y mi madre (bueno, ella ya estaba en la casa, ahí vive).
De toda la caravana César y Christi no pudieron acompañarme al aeropuerto. Ya en el “Internacional Miguel Hidalgo de Guadalajara” comimos en un restaurante que según Tuti estaba bastante decente. A mí todo me sabe a grasa, hasta el refresco me sabe a grasa, el aire los siento cargado de lípidos y eso que comí ensalada. Hasta entonces pude reconocer los nervios actuando sobre mi neurosis genéticamente heredada.
A la hora de partir, justo en la puerta de control y donde media humanidad veía mi amateuridad aeroportuaria, Jesús no pudo resistir hacer gala de su homosexualidad reprimida y ganas de humillación pública, sumado a la frase “para que no me olvides” con una sonrisa de esas ojetes pero con cariño, y me regaló una rosa que tengo en mi mochila. Efectivamente no lo olvidaré… El día que lo acompañe a tomar algún vuelo le llevaré un streeper negro llamado Filipo.
Bueno, pues los vi por última vez, me animé y pasé el portal a lo desconocido.
P.d.- Para comenzar bien el tripp fui detenido unos minutos por portar tres navajas, para sacar punta a los lápices, en la mochila. Obvio me empezó a saltar la vena de la frente.
29 de diciembre de 2005
2.- Vuelo Guadalajara-México
(like an idiot!)
Ahora sí puedo hacer gala de mi ignorancia y traumas infantiles. Dado que no tomo aviones muy seguido, de hecho muy raras veces… ok. este es el tercero; me sentí como un Cromañón recién despertado. Les juro que no me pagaron, ¡pero decir que Aeroméxico es lo más cómodo de lo cómodo es tan cierto como que el sexenio de Fox acabará con crisis!
Vino tinto (dos veces), botana (de la buena [me siento en verdad salido de alguna comedia gringa dominguera]), buen servicio, un documental sobre… ¡algo! Y todo para el viaje más exprés de mi vida. Definitivamente lo bueno es efímero.

29 de diciembre de 2005
3.- Aeropuerto Internacional Benito Juárez, México D.F.
(¡deuda saldada!)
Estoy esperando mi avión, me duelen las nalgas, todo es muy caro y, sobre todo, estoy comprobando por qué la gente viaja en ropa deportiva, venir tan “bien vestido” sólo me convierte en un personaje de los chistes de Polo Polo.
Llegué a la sala tres del aeropuerto, mi próximo vuelo salía en veinte minutos de la sala veintiuno. Como pude corrí, casi aventando niños, subí y bajé escaleras para evadir gente, sudé como si el invierno defeño fuera en verdad un bochorno acapulqueño, corrí y corrí. Ahí estaba la sala diecinueve, ahí la veinte, ahí la veinte cuatro, la veinticinco. Vamos pa’ atrás, la veinticuatro, la veintitrés, la veintidós y finalmente la veintiuno. Ver ese número fue pseudoorgásmico.
¡Sorprise! Como si me hubieran regalado unos tirantes rosa en navidad me sentí al enterarme que el bendito vuelo tenía dos horas de retraso ¿Por qué, oh, santo Cristo de la Borbolla!
Me instalé en el area de fumadores, media hora después comencé a platicar con un italiano, luego llegó una chava, luego dos franceses, luego todos menos el italiano se fueron, después yo fui al baño y ya no había con quien platicar, me fumé otro cigarro, llegó el avión de Air France, salieron los pasajeros, me senté en el piso y aquí estoy, aún en México.

29 de diciembre de 2005
4.-Le voyash, le voyash an ErFrans.
(ahora sí nene, a volar pal’ viejo mundo)
Solamente tres horas y media tarde abordé el avión. Como soy claustrofóbico me tomé tres tabletas de Drmamamine cuyo efecto dura como diez horas, si el vuelo es de 9 creo que será suficiente. En mi lindo asiento con ventana miraba las luces de la pista cuando fui perturbado por una azafata que me preguntó en un francés como de Francia algo; tras ver mi cara de Pagdón, ye ne comprad pa? me dice en un español triste y desgraciado:
—Dizculpé, pego ay una familiá que no está juntá y quizierá saber si no fuega problematicó el que le ofrezieramos otgo aziento a usted.
Después de asimilar un poco el zezeo abejórrico que tenía la nena acepté tranquilamente ceder mi lugar, supongo que si viajara con mi familia eso me agradaría, bueno, eso supongo. Llegué a mi otro asiento, ahora del lado del pasillo. Pero no podía faltar la vecina amena tepiteña fanática de lanzar indirectas:
—Eske m’hijo stá ásta’yá, relejos, ps’ porque no encontramos lugares juntos, eda…
—No se preocupe señora, yo le cambio— dije con una sonrisa llena de sinceridad. Me quería alejar de ella.
Quiero aclarar que no hemos despegado. Ya tengo lugar y el aparato está moviéndose.

Durante el vuelo he estado leyendo Eva Luna de Isabel Allende, ya comí, he ingerido más bebidas alcohólicas “gratis”, he leído algunos cuentos de Oscar Wilde, me he entretenido con la pantallita que me informa en qué milímetro del globo me encuentro (ahora mi trasero sobrevuela Nueva York ¡y sin visa!), he visto película y media en francés y sin subtítulos. Ahora es hora de dormir.

Tengo dos horas sin poder pegar las pestañas: hace dos horas salió el sol y nos iluminó con su sonrisa de telelubie, pero parece que todo el mundo aquí se puso de acuerdo para dormir y cerraron sus ventanas. Esto se ha convertido en un largo tubo metálico sin salida, todo a chingomil pies de altura. Esto es demasiado, incluso para el Dramamine.

Finalmente estábamos sobre París y una voz angelical anunció gloriosamente en un momento cargado de felicidad:
—Señoges pasajegoz, les piedimoz que avgoshen zuz zintugones para el ateggizaje en el aeropuegto Sharls de Gol, en Paguís.
Escasos diez minutos después escuché:
—No pudimos ateggizag por que ay una togmenta de ñeve, tgatagemos de ategguizar nuevamente.
Segundo intento que también fue fallido. Ya me estaba acostumbrando a este tipo de inconvenientes. Pero ahí no termina la cosa, la voz del capital Jean-Philip de Couzé (o algo así) nos anunció que “tgataguiamóz de ategguízar en el aeropuegto de Ogly”. Intento que cumpliría con las características de los otros dos.
Después de sobrevolar París durante veinte minutos nos dirigimos a Brest pues el clima estaba mejor del otro lado de Francia. 45 minutos más de vuelo y, como si nada, habíamos aterrizado.
El problema aquí fue, pues algo obviamente iba a surgir, que no podíamos bajar del avión pues la terminal estaba llena por otros vuelos desviados. Para terminarla de fregar ya no había comida en el avión.
¿Es notorio que el efecto del Dramamine ya pasó?
¿Ya comenté que soy fumador?
¿Queda claro que no hablo buen francés y el español de aquí es malo?
Si ya dije todo esto y sumamos mi neurosis hereditaria 100% Velasco, sólo me queda decir que cuando me estreso me da un hambre de los mil demonios.

Transcurridas sólo cinco horas de espera en esas circunstancias y después de haber conocido a media lista de pasajeros, fundar un club de fumadores frustrados y haberme enamorado de la azafata más bella que los cielos hayan conocido; aterrizamos en París el 31 de diciembre de 2005.
El avión parecía la porra del Real Madrid cuando nos dejaron bajar, yo por mi parte estaba terriblemente indignado, me han robado muchas cosas en mi vida, pero jamás me habían quitado un día. Yo no viví el 30 de diciembre de ese año.
Pues bien, ahora sigue lo mero bueno: Llegar a mi hostal.

domingo, 7 de marzo de 2010

TIBOR DÉRY,


Tibor Déry, El ajuste de cuentas, Colección Sergio Pitol traductor, UV, México, 2007, 90 pp.


La carrera como traductor de Sergio Pitol ha sido fructifera para los lectores de habla hispana en muchos sentidos, pues a través del renombrado Premio Cervantes 2005 hemos podido acercarnos a la literatura de culturas totalmente lejanas: el caso de los polacos Andrzejewski, Iwaszkiewicz y Gombrowicz es sin duda un ejemplo claro. El amplio conocimiento literario y una prosa cuidada se conjugan con obras de alto valor estético, ésto ha dado un resultado en español que, apreciable de cualquier ángulo, es más el trabajo de dos autores, una obra a cuatro manos de singular belleza.
La colección Sergio Pitol Traductor vio luz en agosto de 2007 gracias a la editorial de la Universidad Veracruzana con algunos de dichos trabajos; en esta variedad encontramos desde los ingleses Ford Madox Ford y Jane Austen hasta el chino Lu Hsun. El ajuste de cuentas del húngaro Tibor Déry es un trabajo excepcional, en varios sentidos, que es rescatado y puesto al alcance del público. Acercar a este autor a la lengua castellana fue sin duda un trabajo descomunal, basado en una traducción al italiano, la barrera del idioma se acrecenta dependiedo de las necesidades de éste y el húngaro es una lengua centroeuropea (de origen huno) con único parentesco en el continente con las lenguas saami de Laponia y un par del dialectos en la zona de los Urales. Rosa Beltran describe un poco el proceso que realizó Pitol:
Para traducir a estos autores[ Tibor Déry y Lu Hsun], Pitol hubo de pasar horas seleccionando, leyendo, cotejando versiones de otras lenguas como el francés o el inglés, sufriendo el oscuro desgarramiento de Tonio Kröger que es el de quienes han destinado su vida a la escritura: el combate entre la tentación del mundo y la soledad indispensable del proceso de creación.

Déry creció en un hogar bilingüe, su madre era austriaca y el alemán fue la lengua que predominó en su infancia, de estatus burgués durante los últimos años del Imperio Austrohúngaro. En 1919, al disolverse el país, se une al partido comunista pero comienza un viaje le llevará hasta 1934 en diversos países entre los que se encuentran Austria, Alemania, Suiza, Francia y Yugoslavia. Al reinstalarse en Budapest se dedica a la traducción, oficio que le costaría la libertad cuado el régimen de Hórthy lo encarcela por haber traducido el diario de viaje de André Gide a la URSS. En 1945, ya fuera de prisión, obtiene el premió Kossuth, el más importante reconocimiento cultural del país hasta nuestros días. Para 1956 se une al grupo revolucionario Petőfi y se vuelve portavoz durante la revolución fallida de ese mismo año; vuelve a prisión en 1957 por no negar su posición política, pero es indultado en 1960. Déry fallece a los 82 años el 18 de agosto de 1977 en Budapest.
La obra del escritor aquineo tiene fuertes cargas sociales, pero lo interesante es el ángulo desde el cual se presenta. Wolfgang Hädecke lo menciona en su estudio «Der Erzähler Tibor Déry »:
[...] su preocupación no por representar la realidad humana o social, sino por transformarla astísticamente, lo cual le lleva a escoger como héroes de sus relatos a niños, animales o ancianos y a descubrir la verdad interna, el meollo del acontecimiento, mediante el ejemplo, las perspectivas de incentes y de los que ya no participan o tienen responsabilidades, o sólo limitadamnte.

En El ajuste de cuentas se aprecia el conjunto de este trabajo magistral. La lectura sensible de «Amor», el segundo relato del libro, puede resultar catartica. Es una narración que firma el contrato de verosimilitud con el lector mientras aborda las percepciones de un hombre que recupera su libertad. Las descripciones de un alto valor poético poseen una carga psicológica que, mediante una narrativa ágil, nos lleva de la mano hasta el final de la historia, generando una empatía total con el pobre hombre. La pasión por los detalles de la vida cotidiana se reinventan ante la mirada que no termina de comprender su liberación:
Se detuvieron tres edificios adelante. B. miró por la ventanilla: estaban frente a la puerta abierta de una tienda: una montaña de rábanos rojos, una montaña de lechuga, una montaña de manzanas Jonathan. Al lado, la puerta estrecha de una tabaquería.

El tiempo perdido, la comparación entre recuerdo y realidad y el rencuentro con los objetos del deseo se manifiestan en una mente que sólo puede sorprenderse con inexpresivo impacto. «Amor» es más que un conjunto de impresiones urbanas, es el reencuentro con la vida perdida y todos los cambios de una era, es volver a mirar a la propia familia sin conocerla. Déry sabe que salir de la carcel no es sino un cambio de prisión, una donde se está acompañado pero jamás libre; es atravesar el Danubio de una ciudad a otra sin dejar Budapest.
«El ajuste de cuentas», relato que da nombre al libro y el más extenso de éste, cuenta la experienca de un profesor de medicina presa del miedo al régimen. La visita de uno de sus estudiantes desata una reacción en cadena al dejarle una metralleta en casa, la realidad pacífica del profesor y su personalidad agria se encuentran ante el mayor dilema de su vida: ¿Qué hacer con esa arma en casa cuando los cateos y la represión de un país agónico merman la palabra del individuo? Un relato en el que cada paso es un logro a través de un campo minado, cargado de símbolos y verdades a medias donde el potencial humano de destrucción es el campo de batalla de la soledad.
El último relato del libro es una reinvención del mito griego de «Filemón y Baucis», en el que Zeus y Hermes llegan al pueblo de Frigia y piden hospedaje a los habitantes del lugar; después de mucho buscar una pareja les permite entrar a su cabaña. Mientras comen Baucis se da cuenta de la divinidad de sus invitados y Filemón se decide matar un ganso pero Zeus le dice que no es necesario. Como recompensa a la amabilidad el dios les dice que suban a la montaña con él pues destruirá la ciudad con todos aquellos que no le dejaron entrar. Tras el cataclismo la unica contrucción que queda en pie es la cabaña de Filemón y Baucis, la cual es hecha templo del dios y ellos ministros del santuario.
Este mito es la base que toma Déry para su narración, pero ahora se tratan de dos ancianos húngaros en el ocaso de una era. Durante el cumpleaños de la mujer, que sufre de sordera, se suelta el cataclismo de la revolución, un encuentro armado en su propio barrio, y su marido trata de esconderle la cruda realidad; entonces llega un visitante que le da un giro a la historia.

LA LITUANIA DONDE ESTÁ EL RÍO ISSA


“Ahora, ¡cuidado con Birnik!
Está a punto de dormirse,
indiferente a todo, sin saber que,
gracias a ti, algún día alguien escribirá su nombre”
CZESŁAW MIŁOSZ


En el año de 1911 nace en la ciudad de Šeteniai, Lituania, Czesław Miłosz; abogado, poeta, narrador, traductor y disidente del régimen socialista de la República Popular de Polonia; Miłosz tuvo una vida ligada a diversas tierras y aficiones, desde sus estudios en Vilna y París, hasta su labor diplomática en Estados Unidos. En 1951 se instala en París, declarando su ruptura con el gobierno de Varsovia, y comienza su vida como uno de los creadores literarios más destacados de la segunda mitad del siglo XX. En 1980 es galardonado con el Premio Nobel de Literatura que otorga la Academia de Ciencias y Artes de Estocolmo. Muere en Cracovia en 2004, lugar donde residió después de la caída del socialismo.
Entre sus obras más importantes encontramos Tres inviernos, El poder cambia de manos, El rostro del tiempo, El valle del Issa y Orfeo y Eurídice. Actualmente es posible encontrar en español varias de sus obras, sin embargo el trabajo de traducción no ha sido tan fácil y debemos esperar todavía a que gran parte de sus obras lleguen en lengua castiza. Miłosz es un autor de controversias, con un fuerte sentido poético, esencialmente descriptivo, pictórico y popular; ha sido considerado tanto escritor nacional de Lituania como de Polonia: disputa que continúa fuertemente en ambos países: Nació y creció en el valle del río Nevėžis, en el seno de una familia que cuidaba la tradición y lengua polacas, dominantes en los territorios lituanos. Czesław Miłosz siempre se sintió ligado en su obra literaria a su región geográfica, que no debe confundirse con su nacionalidad siempre cambiante, me refiero al Gran Ducado de Lituania. «¿Qué es la poesía —se preguntó Milosz en una ocasión— si no puede salvar a una Nación o una persona?" La naturaleza exorbitante de esta pregunta es connatural a un superviviente de tiempos oscuros, alguien a quien los sucesos del Holocausto pasaron rozando, y muchos de cuyos contemporáneos murieron en los tiroteos callejeros del Levantamiento de Varsovia.» Esto va más allá de ser un simple detalle, adquiere importancia cuando leemos sus poemas o cuentos, pero en especial al hablar de su novela El valle del Issa, la cual es una ficción basada en sus vivencias infantiles, en sus recuerdos rurales que se remontan más allá de su tiempo, a una época primigenia universal, no sólo personal, como apreciamos en el siguiente pasaje: «Se avergüenzan de pertenecer a un país pequeño. Sólo les importan ahora la cultura, las grandes ciudades. Pero Narbut sí que se sentía de allí. Aunque, en aquellos tiempo, las nacionalidades eran otra cosa» .
Esta región indefinida a la que se refiere Miłosz en su novela no es simplemente Nevėžis con otro nombre, el río Issa, a pesar del estrecho parecido que guarda con éste, es una configuración libre y mítica, que le permite al autor jugar y redefinir al pueblo para que así vaya más de acuerdo con la mirada que guarda de su propia infancia y no tanto con la mirada real de ese lugar. En este sentido, la verosimilitud del valle del Issa es mayor, cobra fuerza al no ser real; pues, aunque está basado en una región existente, la ambigüedad que otorga la ficción libera al verdadero yo poético.
Seamus Heaney ha estudiado la poética de Miłosz, sus temas y formas tanto en poesía como en narrativa. Hace una de las comparaciones más arriesgadas, pero considero que acertadas, en el siguiente párrafo:
Hay algo de Virgilio en esta combinación de suspicacia idealista y comprensión melancólica. De hecho, hay algo de Virgilio en el arco total del destino de Milosz, lo mismo como hombre que como poeta. Al igual que el autor latino, Milosz es un niño del campo, que inicia su andadura a ras de suelo, con el grano que madura y los animales que pastan, y la concluye en el equivalente en nuestro siglo de la corte imperial. Ambos poetas han dejado una obra juvenil que es confiadamente "lírica" y que "canta la gloria de las cosas por lo que son", mientras que, en su madurez, y en obras más extensas y elaboradas, han procedido a expresar de manera vibrante y caudalosa su percepción de las lacrimae rerum. El tema central de estas obras son "las armas y el ser humano", y el tono de su poesía se hace por momentos más doliente.

La historia que se cuenta es la del niño Tomasz , pero él parece, más que protagonista, un receptor de acciones. El narrador pareciera contarnos como es que Tomasz ve el mundo, como va experimentando cada una de sus etapas. Tanto al principio como al final aparece él y el paisaje, que es un reflejo de su sentir, conjugados en una especie de fusión poética. El paisaje existe en la historia porque Tomasz existe y deja de ser al momento de su salida. Si bien al principio podría creerse que es ambigua esta relación, notamos como el paisaje es la mirada interna del narrador y este pasa a ser el alter ego de Tomasz, además de que es mencionado desde el principio:
Debemos empezar por la descripción de la Región de los Lagos en la que vivía Tomás. Estas regiones de Europa estuvieron mucho tiempo cubiertas de glaciares, y en su paisaje se advierte la crudeza del Norte. La tierra, generalmente de arena y piedras es apta tan sólo para el cultivo de patatas, centeno, avena y lino. Esto explica que el hombre haya respetado los bosques que moderan en cierta medida el clima y protegen de los vientos del mar Báltico .

El lugar privilegiado que el autor le da a la descripción del paisaje radica desde la elección del título de la obra. A lo largo de toda su obra, tanto narrativa como poética, Miłosz tiende a reverenciar a la naturaleza con una cercana añoranza. En su poema “El paisaje”, se le da una calidad de entidad merecedora de divinidad, al igual que en el capitulo dos toda la descripción de la naturaleza genera una atmósfera brumosa, antigua, producto de toda una mitología circundante.
El paisaje no necesitaba nada excepto glorificación.
Excepto mensajeros reales que trajeran sus dones:
Un nombre con un atributo y un verbo inflexivo.
Si solamente preciosos robles copiosamente brillaran
Cuando nuestros bravos estudiantes, en un camino sobre el valle,
Pasean y cantan “La Oda a la Alegría”.
Si al menos un solitario pastor grabara cartas en una corteza.
El paisaje no necesitaba nada excepto glorificación.

En la primera estrofa se aprecia una escena bastante parecida a los momentos serenos que suceden en El valle del Issa, y no solamente eso, sino que existen elementos idénticos, producto de concepción global de escenario que presenta Miłosz. Conceptos como la gloria, los dones, lo místico e imaginario popular son una constante que crea sus atmósferas. En la novela del pequeño Tomasz, como lo dije arriba, también refleja su interior, pero a su vez todas las creencias de Ginie, el pueblo donde vive, que son las suyas: «Los que lo han visto dicen que el demonio es más bien pequeño, del tamaño de un niño de nueve años, que lleva un frac verde, chorrea, el pelo recogido en forma de cadogán, medias blancas y que, con la ayuda de unos zapatos de tacón alto, procura ocultar las pezuñas, de las que se avergüenza». La personalidad de los personajes como tales, todo lo que el lector puede esperar de ellos también tiene una explicación en lo más profundo del mito popular del Issa, pues a lo largo de la novela no es la ignorancia que se le puede atribuir a la ejecución de ciertas acciones, sino, los poderes de la naturaleza que funcionan dentro y fuera de su tradición:
¿Acaso los demonios han escogido al Issa por sus aguas? Se dice que éstas poseen unas propiedades que influyen en el carácter de las personas que nacen junto a sus orillas. Suelen ser excéntricos, intranquilos, y sus ojos azules, su pelo claro y su complexión más bien pesada dan una falsa idea de buena salud nórdica.

El valle también es su gente, sus costumbres y tradiciones. Sabemos pues que la familia Surkont es una de las más antiguas y renombradas de todo el valle, asimismo una de las de ascendencia lituana más pura, sin embargo, conservadora de las creencias polacas. Toda la tierra se encuentra en esta dualidad de extraños y locales, de tierra conquistada y liberada, pero con un fuerte sentido de la conservación de las creencias a modo de sincretismo. La presencia del padre Monkiewicz, de apellido puramente polaco, es uno de estos factores de invasión; asimismo la abuela de Tomasz tiene un carácter bien definido dentro de todas las ambivalencias de su carácter: por un lado netamente polaca y católica, por otro, creyente de los mitos locales y sentimientos de pertenencia a la tierra. Por otro lado encontramos a la abuela Mohl, letona, de convicciones mucho más firmes y, como era de esperarse, de la ciudad. Oriunda de Riga, ella es otro invasor y crítico de las costumbres del valle, eminentemente salvajes.
La contraposición entre las dos mujeres es tan significativa como la concepción que tenía Miłosz de las diferencias entre las zonas urbanas y las rurales, de las cuales tiene preferencia por las segundas. En una de sus analépsis inconclusas, el narrador cuenta de la añoranza que Tomasz siente por su tierra en Nueva York y de cómo nunca pudo regresar a Lituania. El autor, tiene un poema parecido, que corresponde con el sentimiento del protagonista:
Nunca de ti, ciudad, he podido irme.
Larga fue la milla, pero algo me retrocedía como a una
pieza en el ajedrez.
Huía yo por la tierra que rodaba cada vez más rápida
Y siempre estuve ahí: con los libros en mi morral de lona,
Clavando los ojos en las pardas colinas detrás de las torres
de Santiago
Donde se mueven un pequeño caballo y un hombre pequeño
detrás del arado,
Ciertísimamente desde hace mucho ya muertos.
Sí, es verdad, nadie comprendió la sociedad ni la ciudad,
Los cines Lux y Helios, los letreros de Halpern y Segal,
El paseo en la calle de San Jorge, llamada de Mickiewicz.
No, no los comprendió nadie. Nadie lo ha logrado.
Pero cuando la vida transcurre en una sola esperanza:
De algún día ya sólo quedan claridad y distinción,
Entonces, muy a menudo, da pena.

Regresando un poco sobre mis pasos. Las figuras femeninas en el universo de Czesław Miłosz están cargadas de un aura especial, se encuentran rodeadas de una luz carmín y hojas marchitas; las describe durante todo el año, pero adquieren especial belleza durante los atardeceres, en el último otoño de la narración. Barbarka, la sirvienta y amante de señor Romuald, es hermosa todo el tiempo, sin embargo es magistral cuando se desnuda lentamente para azotar a su amo antes del anochecer. Antonia, la muchacha que ayuda den casa de los Surkont, nunca es precisamente descrita como bonita ni como un ser con carga sexual, sin embargo está esa escena en que Tomasz la espía haciendo sus necesidades, justo al comienzo de la primavera y antes que la luz del sol esté plena en el cielo. Esto sucede justo cuando él entra en la adolescencia, abriendo como flor la curiosidad.
En varios de sus escritos, el autor el otorga a la figura femenina una carga misteriosa, mítica y temible. En su novela El poder cambia de manos, cuya construcción paisajística también es interesante, la mujer está asociada en este medio de violencia y desesperación, siempre con lo que el hombre ve en ella; se trata de una realidad de guerra, en la que ellas son tan extrañas que el hombre ya perdió conciencia de su naturalidad: «Las mujeres se habían convertido en unas furias. Todos aquellos muchachos veían en ese furor la cólera de sus madres, la obediencia que debían a éstas, una bofetada de ellas, la sumisión, en fin, a la voluntad de la madre» .
Finalmente, y para no extenderme más de lo necesario, los acontecimientos de El valle del Issa tienen una profunda relación con las estaciones de año, los procesos naturales de fertilización de la tierra, etc. El invierno, por ejemplo, es símbolo universal de la muerte pero también de la renovación: recordemos que fue pos esas fechas que Tomasz sufre el atentado de la granada en su cuarto; la primavera y el otoño están, como ya había mencionado, ligado a las mujeres, a la maternidad y la sensualidad. El verano es el momento de los descubrimientos, cuando Tomasz lee, investiga, crece y se vuelve hombre, siempre ocurre en verano; la cacería, que viene practicando desde hace tiempo con el señor Romuald, se tiene su máximo punto de éxtasis y formación poco antes de que regrese su madre, verano.
Es durante la primavera de su último año en Ginie que viene el preludio de la despedida, como he dicho, esta novela es la reinvención de una niñez, cuando en él se comienza a despertar el deseo sexual también se vislumbra la visita de su madre, un ente liberador que lo llevará a las ciudades polacas, a la civilización. También es durante esa primavera que comienza a comprender los conceptos de la honra masculina, la defensa de su honor como cazador, esta obsesión durará hasta el verano, cuando pueda concretarla.
Finalmente llegó la primavera, distinta a todas las demás primaveras de la vida de Tomás. No solamente porque aquél año las nieves se fundieron con inusitada prontitud, y el sol calentó con excepcional fuerza, sino porque, por primera vez, no esperó pasivamente a que las hojas se abriera, a que aparecieran en el césped las amarillas llavecillas de San Pedro […]
»[…]En sus movimientos, excesivamente precisos, se expresaba su voluntad [habla de los pájaros]; en sus mandíbulas fuertemente apretadas podía leerse: «Quiero ser lo que me he propuesto ser».

Resulta obvio que quien se reafirma a sí mismo es Tomasz.
Para cerrar, el autor hace por primera vez una descripción de paisaje ajeno al valle. En ese andar de él, su madre y los dos caballos, el joven Tomasz ya ha terminado de conocerse a sí mismo, está listo para descubrir el mundo, tomar el látigo y galopar. Toda la narración resulta el preludio de la verdadera aventura, como si ahora que el lector conoce infancia pudiera descifrar todo un porvenir, está narrada a priori con una focalización externa , sin embargo íntima, y a posteriori.

Para poder comprender la obra de este autor, es necesario comprender toda una idea de mundo, una mirada tanto inocente como melancólica y esencialmente mitificante guía al lector a través de lugares indómitos, irreales pero verosímiles, enclavados en lo más profundo de la tradición popular. Sus paisajes están llenos de símbolos, guías de lectura y poesía; representan el interior de los personajes, incluso lo exterior o circunstancial.
Se necesita más que este par de páginas para comprender la totalidad de su propuesta, todavía los diferentes Czesław están dispersos entre la guerra, la familia, el sexo y la melancolía; aun así, cualquier acercamiento es bueno para llegar al interior de un universo.

BIBLIOGRAFÍA:
Czesław Miłosz. El valle del Issa. Barcelona: Tusquets Editores (Fábula), 1999.
El poder cambia de manos. Barcelona: Orbis, 1955
Poemas consultados el 2 de diciembre de 2009 en la dirección:
www. poemasde.com

Seamus Heaney. “Czeslaw Milosz” en Letras Libres, México, septiembre 2002. Consultado en http://www.letraslibres.com/index.php?art=7778 el 30 de noviembre de 2009.
LECTURA COMPLEMENTARIA:
Luz Aurora Pimentel. El relato en perspectiva. Estudio de teoría narrativa. México: Siglo XXI/UNAM. 1998.